Este próximo sábado 29 de enero La Casa de los Versos se estará presentando en la Primera Feria de Arte Urbano en la Casa de la Nada, en donde se podrá difrutar de las manifestaciones de los cuatro elementos del Hip-Hop por parte de diferentes artistas de Medellín. El evento comienza desde las 2 de la tarde y está abierto al público con entrada libre. Además contará con la presencia de el Klan 2bleH13 y del equipo de la revista La Trece. Allá nos vemos!
Loco De La Mente - (La Casa De Los Versos) by underghetto
Caviles - (La Casa De Los Versos) by underghetto
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26 ene 2011
7 ene 2011
Tragedias y fiestas en Colombia: en ambos casos decadencia y degradación social.
No soy puritano, ni un moralista hipócrita. De hecho escribo con el propósito final de invocar las celebraciones dionisiacas. Amo y afirmo la vida, pero no me dejo engañar por la mala prensa de este país y por la demagogia del gobierno. Acabamos de vivir una época de fiestas y de tragedias en medio de un país que sigue sin solucionar ni un ápice sus complejos males.
Nuestros campos y ciudades siguen caracterizados por la pobreza y la miseria, y mucha de la opulencia que vemos proviene de las mafias. Cada camioneta lujosa, cada cabalgata de pedantes que se disfrazan de campesinos ricos, cada finca exuberante, todas estas cosas en su mayoría, han sido adquiridas por dineros que provienen de asesinatos y despojos. Nuestras fiestas están caracterizadas profundamente por prácticas mafiosas, disparos al aire, policías desapareciendo mujeres, desde el alcalde hasta el “pelao” que pide “una colaboración para el muñeco” están compitiendo para ver cuál hace más ruido con pólvora. Las calles de la ciudad siguen siendo escenarios de muertes violentas, sicarios que se matan entre sí, víctimas y victimarios se confunden en una espiral de hambre, fiados, “pagadiarios” y balas. En escenarios de miedo, los colombianos persistimos en celebrar con nuestros seres queridos los fines y comienzos de años. Claro que es satisfactorio reunirnos para celebrar el amor de nuestras familias, pero nuestras fiestas, más que de celebración son fiestas de evasión. Simple huida de la realidad.
Por otro lado, el fin de año del 2010, se vió afectado por las tragedias mal llamadas “naturales”, porque en verdad, una tragedia en Colombia antes que natural es social. Cuando se derrumbó un cerro en el Poblado, en menos de quince días las tres familias afectadas ya estaban debidamente indemnizadas. Cuándo se derrumbó un cerro en una zona pobrísima de Bello sepultando centenares de personas, los damnificados que no murieron se mandaron para escuelas y se abrieron las campañas de misericordia para que los buenos cristianos se apiadaran de ellos. Los miles de damnificados por las torrenciales lluvias de la noche a la mañana se convirtieron en desplazados en carpas de plásticos, iglesias y escuelas, en el más profundo hacinamiento esperando las sobras de los caritativos colombianos que pudiesen donar una manta o una libra de arroz. El experto en demagogia Juan Manuel Santos dijo ampulosamente en los medios “que era necesario construir nuevas ciudades”, que ridículo suena esto, cuando esta misma oligarquía nunca se ha preocupado por darle dignidad a ninguna de las ciudades masificadas del país, donde viven miles de personas en tugurios y en condiciones de pobreza extrema, sin gua, sin luz, sin un lugar digno para existir. ¿Que hará falta para que las personas comprendan que la culpa no son de las lluvias sino del Estado fallido que no ha sido capaz de construir viviendas seguras, que ha sido incapaz de darle un mínimo vital de estabilidad social a las personas que viven al borde de los ríos, o en laderas en tugurios de plástico y cartón, un Estado mal hecho qué no ha planeado la construcción de la nación donde las obras públicas o son un fiasco o no existen? Muchos en Colombia denigran de Hugo Chávez, pero qué lección nos dió. A los damnificados por las lluvias en Venezuela se les hospedó en los mejores hoteles y en instalaciones del Estado mientras se solucionaban verdaderamente sus problemas. Acá el “Alto” gobierno, va y se toma una foto en la zona del desastre, luego deja a las comunidades encartadas improvisando refugios miserables, y después, desde sus cómodas oficinas en Bogotá firman flamantes decretos donde “se le ordenan imperiosamente a los bancos que por favor se le asignen créditos flexibles a los damnificados” y que se agilicen la recolección de las limosnas, -perdón-, donaciones en todo el país.
Friedrich Nietzsche en su ensayo: La visión dionisiaca del mundo entre otras cosas decía lo siguiente: “Las fiestas de Dioniso no sólo establecen un pacto entre los hombres, también reconcilian al ser humano con la naturaleza. […] Cantando y bailando manifiéstase el ser humano como miembro de una comunidad superior, más ideal.” En efecto, los antiguos griegos vivían el sentido de la fiesta cómo el momento cúspide para celebrar el cumplimiento de un ideal, los hombres y las mujeres danzan y se abrazan, establecen un pacto entre sí, porque celebran que han construido algo juntos, su ciudad, lo público. Se hace la fiesta por que hay algo que celebrar. Nosotros en Colombia hacemos fiestas de evasión, nos alcoholizamos ya sea para olvidar nuestras penas y descansar de nuestras bregas sociales, o ya sea para desdeñar al otro después que le hemos robado, con el más profundo egoísmo y espíritu arribista, pero en todos los casos, no para celebrar que se haya construido bien la sociedad.
No pretendo decir, que en la antigua Grecia sea un paraíso perdido que tengamos que añorar, esto sería torpe y risible. Invoco la fiesta dionisiaca, para señalar que la fiesta debe de ser para celebrar y afirmar la vida. Mientras que en Colombia no se construya una sociedad que distribuya equitativamente el trabajo y la riqueza, es decir, hasta que no se busque la dignidad y la felicidad de toda una Nación, nuestras fiestas más que festejos serán en mayor o menor grado unas falacias y en muchas ocasiones, una falta de recato y decoro, es decir una impudicia más. No se me llame extremista, pesimista o escéptico, antes recuérdese que en Colombia estamos bailando encima de muchos muertos y no precisamente de aquellos que perecen por causa natural.
Frank David Bedoya Muñoz
Medellín, enero de 2011.
Nuestros campos y ciudades siguen caracterizados por la pobreza y la miseria, y mucha de la opulencia que vemos proviene de las mafias. Cada camioneta lujosa, cada cabalgata de pedantes que se disfrazan de campesinos ricos, cada finca exuberante, todas estas cosas en su mayoría, han sido adquiridas por dineros que provienen de asesinatos y despojos. Nuestras fiestas están caracterizadas profundamente por prácticas mafiosas, disparos al aire, policías desapareciendo mujeres, desde el alcalde hasta el “pelao” que pide “una colaboración para el muñeco” están compitiendo para ver cuál hace más ruido con pólvora. Las calles de la ciudad siguen siendo escenarios de muertes violentas, sicarios que se matan entre sí, víctimas y victimarios se confunden en una espiral de hambre, fiados, “pagadiarios” y balas. En escenarios de miedo, los colombianos persistimos en celebrar con nuestros seres queridos los fines y comienzos de años. Claro que es satisfactorio reunirnos para celebrar el amor de nuestras familias, pero nuestras fiestas, más que de celebración son fiestas de evasión. Simple huida de la realidad.
Por otro lado, el fin de año del 2010, se vió afectado por las tragedias mal llamadas “naturales”, porque en verdad, una tragedia en Colombia antes que natural es social. Cuando se derrumbó un cerro en el Poblado, en menos de quince días las tres familias afectadas ya estaban debidamente indemnizadas. Cuándo se derrumbó un cerro en una zona pobrísima de Bello sepultando centenares de personas, los damnificados que no murieron se mandaron para escuelas y se abrieron las campañas de misericordia para que los buenos cristianos se apiadaran de ellos. Los miles de damnificados por las torrenciales lluvias de la noche a la mañana se convirtieron en desplazados en carpas de plásticos, iglesias y escuelas, en el más profundo hacinamiento esperando las sobras de los caritativos colombianos que pudiesen donar una manta o una libra de arroz. El experto en demagogia Juan Manuel Santos dijo ampulosamente en los medios “que era necesario construir nuevas ciudades”, que ridículo suena esto, cuando esta misma oligarquía nunca se ha preocupado por darle dignidad a ninguna de las ciudades masificadas del país, donde viven miles de personas en tugurios y en condiciones de pobreza extrema, sin gua, sin luz, sin un lugar digno para existir. ¿Que hará falta para que las personas comprendan que la culpa no son de las lluvias sino del Estado fallido que no ha sido capaz de construir viviendas seguras, que ha sido incapaz de darle un mínimo vital de estabilidad social a las personas que viven al borde de los ríos, o en laderas en tugurios de plástico y cartón, un Estado mal hecho qué no ha planeado la construcción de la nación donde las obras públicas o son un fiasco o no existen? Muchos en Colombia denigran de Hugo Chávez, pero qué lección nos dió. A los damnificados por las lluvias en Venezuela se les hospedó en los mejores hoteles y en instalaciones del Estado mientras se solucionaban verdaderamente sus problemas. Acá el “Alto” gobierno, va y se toma una foto en la zona del desastre, luego deja a las comunidades encartadas improvisando refugios miserables, y después, desde sus cómodas oficinas en Bogotá firman flamantes decretos donde “se le ordenan imperiosamente a los bancos que por favor se le asignen créditos flexibles a los damnificados” y que se agilicen la recolección de las limosnas, -perdón-, donaciones en todo el país.
Friedrich Nietzsche en su ensayo: La visión dionisiaca del mundo entre otras cosas decía lo siguiente: “Las fiestas de Dioniso no sólo establecen un pacto entre los hombres, también reconcilian al ser humano con la naturaleza. […] Cantando y bailando manifiéstase el ser humano como miembro de una comunidad superior, más ideal.” En efecto, los antiguos griegos vivían el sentido de la fiesta cómo el momento cúspide para celebrar el cumplimiento de un ideal, los hombres y las mujeres danzan y se abrazan, establecen un pacto entre sí, porque celebran que han construido algo juntos, su ciudad, lo público. Se hace la fiesta por que hay algo que celebrar. Nosotros en Colombia hacemos fiestas de evasión, nos alcoholizamos ya sea para olvidar nuestras penas y descansar de nuestras bregas sociales, o ya sea para desdeñar al otro después que le hemos robado, con el más profundo egoísmo y espíritu arribista, pero en todos los casos, no para celebrar que se haya construido bien la sociedad.
No pretendo decir, que en la antigua Grecia sea un paraíso perdido que tengamos que añorar, esto sería torpe y risible. Invoco la fiesta dionisiaca, para señalar que la fiesta debe de ser para celebrar y afirmar la vida. Mientras que en Colombia no se construya una sociedad que distribuya equitativamente el trabajo y la riqueza, es decir, hasta que no se busque la dignidad y la felicidad de toda una Nación, nuestras fiestas más que festejos serán en mayor o menor grado unas falacias y en muchas ocasiones, una falta de recato y decoro, es decir una impudicia más. No se me llame extremista, pesimista o escéptico, antes recuérdese que en Colombia estamos bailando encima de muchos muertos y no precisamente de aquellos que perecen por causa natural.
Frank David Bedoya Muñoz
Medellín, enero de 2011.
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5 ene 2011
Comienza el 2011
Klan 2ble H 13, que se puede decir, que no falte el ronja y las amiguitas, produciendo hip-hop con sentido. cual? el que a vos te parezca.
Escribiendo desde la 170 records, jugando play y sacando líricas dementes, la cuales son motivo para hacer simplemente lo que nos gusta desde cachorros.
reportando para revista la trece grulla
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